Barcelona Pipa Club, el templo del tabaco donde fumar es un arte

Gràcia

Barcelona Pipa Club, el templo del tabaco donde fumar es un arte

Tras el cierre del emblemático local de la plaza Reial, el mítico club renace en una callejuela de Gràcia entre humo y discusiones literarias

16 febrero, 2024 23:30
Albert Martínez Gala Espín Luis Miguel Añón

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En una callejuela de Gràcia se esconde el Barcelona Pipa Club, comunidad de fumadores que se ocultan entre el humo del tabaco y el llanto de un saxo de la vorágine de la ciudad. En el espacio se aúna el jazz con la literatura, la reflexión, el alcohol y el tabaco, homenaje a tantos espacios hoy perdidos como els Quatre Gats de Picasso, el Café de Flore de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir o incluso el Café Rick’s que regentaba Humphrey Bogart en Casablanca.

Tras perder su emblemático local en la plaza Reial, cada penúltimo miércoles de mes los socios se reúnen concertadamente en la calle Santa Eulàlia para llevar a cabo una “fumada social”, que se practica como un torneo interno entre los afiliados. ¿En qué consiste? Cada uno de los participantes introduce tres gramos de tabaco en su pipa, y el que pueda mantenerla más tiempo encendida será el vencedor.

El secreto, según los expertos, está en realizar caladas cortas pero consistentes, que mantengan la llama prendida, pero sin consumir con demasiada premura el tabaco. Los asistentes se congregan en círculo entre un espeso silencio, y tras cinco minutos de preparación, prenden las llamas con dos cerillas. El juego ha comenzado.

Comienza a elevarse el humo denso sobre las cabezas, y todo queda sumergido en una especie de niebla. En las paredes se amontonan cuadros de viejos cantantes o artistas, y de fondo suena aquella vieja canción de Frank Sinatra sobre un hombre mayor, que, al final de su vida, mira atrás y piensa en que al menos vivió siempre a su manera.

Más de una hora de fumada

Debajo del logo del club reza la siguiente inscripción: “Elegància, cultura i joie de vivre”, síntesis de la voluntad de sus socios de “recuperar un espacio de debate e intelectualidad, que escape de la inmediatez”. Tras las fumadas, los debates se eternizan entre copas y discusiones acaloradas. “Si es con respeto, se puede hablar hasta de política”, ironizan los asistentes.

Cuando la velada está a punto de terminar, la música se torna más lenta y se anuncia el vencedor. Ha pasado una hora y quince minutos desde el inicio de la fumada, y uno a uno, todos han ido cayendo. Un sonoro aplauso en señal de respeto se ofrece al ganador, quien agradece el homenaje con una amplia sonrisa. Son casi las nueve de la noche en el Pipa Club y el olor a tabaco y alcohol ya lo ha impregnado todo de una fragancia de otra época, cuando en los bares se acumulaban cenizas o colillas entre las mesas y todos los recuerdos felices estaban envueltos en una nube de humo.

Torneos mundiales de pipa

Tras los campeonatos mensuales en el Pipa Club, llegarán los torneos de España y después del mundo. En algunas ocasiones, los mejores fumadores de todo el planeta han llegado a estar tres horas seguidas con la llama encendida. O eso cuentan las leyendas.

Cerca de la salida del recinto hay una vitrina con una pipa cedida por Salvador Dalí, uno de los más ilustres fumadores de Catalunya. A su lado, hay otro escaparate con las herramientas de cada uno de los socios ya fallecidos, en un sobrio in memoriam que conmemora a las pipas caídas.