Un agente de los Mossos d'Esquadra

Un agente de los Mossos d'Esquadra EP

El pulso de la ciudad

Un mosso, discriminado y apartado tras una leucemia: "Si te pones enfermo en la policía, estás vendido"

Al agente de la policía catalana le diagnosticaron una leucemia que lo tuvo en el hospital a punto de morir durante siete meses: la Generalitat hace que continúe desarrollando tareas policiales en segunda actividad, a pesar de las graves secuelas que le ha dejado la enfermedad

26 abril, 2024 23:30

Una vocación truncada por un grave diagnóstico. Una carrera paralizada por una enfermedad. Y ningún amparo laboral. La historia de M.R., agente de los Mossos d'Esquadra, no es única porque comparte características con la de otros compañeros que han pasado por otros periplos, pero es, sin duda, una de las más duras.

A este vecino de Barcelona, nacido en la maternidad, que toda su vida tuvo claro que quería ser policía, le diagnosticaron en julio de 2021 una leucemia que lo hizo parar. Tras meses de ingresos hospitalarios, más de 60 transfusiones de sangre y varias quimioterapias abrasivas que lo alejaron de amigos y familiares, M.R. se siente abandonado por la Generalitat de Catalunya y por el cuerpo al que pertenece desde los 18 años, del que se esperaba, como mínimo, un "respeto".

Dos agentes de los mossos

Dos agentes de los mossos ARCHIVO

Taquicardias y cansancio 

Bajo el pseudónimo de Marc, el hombre de 47 años rememora su juventud: "Lo mío es vocacional porque siempre supe que quería ser policía. En un principio oposité para Policía Nacional, pero me convencieron para quedarme en Mossos d'Esquadra". Y valora su trayectoria de manera muy positiva: "He trabajado en L'Escala y en Blanes". Etapas que recuerda con cariño. Fue más tarde cuando entró a formar parte de la policía judicial y ahí desempeñó sus funciones en una especialidad que lo hacía feliz.

Todo se truncó en julio de 2021. Marc comenzó meses antes del día del diagnóstico unos síntomas que hicieron saltar todas las alarmas: "Me salían morados por cualquier golpe tonto. Tenía taquicardias si, por ejemplo, me iba a andar por la montaña. Y me salían muchas yagas en la boca". Además de eso, sufría un terrible dolor de estómago que lo incapacitaba. Fue en este punto cuando acudió a urgencias y en un análisis de sangre los médicos detectaron que algo no iba bien.

Cuatro ingresos y quimioterapias

A Marc lo derivaron al Institut Català d'Oncologia (ICO) enseguida. Acompañado de su mujer, que actualmente sigue a su lado, la hematóloga le confirmó la fatal noticia: tenía una leucemia. El policía estuvo ingresado 45 días en los que se sometió a la primera fase del tratamiento: una quimioterapia llamada de inducción. El hombre pudo volver a casa por Navidad, pero el bajón fue extremo: "Salí en silla de ruedas. Al llegar a casa, mis hijos se asustaron. Estaba muy delgado". En medio de una pandemia como la del coronavirus, Marc se aisló. "No quería ver a nadie, me encontraba fatal, muy débil". 

No fue el único ingreso. Con lágrimas en los ojos, el policía lo revive: tras la primera fase, se sometió a la segunda quimioterapia, la decisiva. La de consolidación: "Me hacían los mielogramas". Exámenes para averiguar el funcionamiento de las células sanguíneas producidas por el cuerpo que consisten en una punción aspirante de la médula ósea: "Parecía que me sacaban el alma con cada punción".

"He visto morir a mucha gente"

En el trabajo de un policía va implícita, en muchos casos, la muerte. Cualquier agente puede enfrentarse a ella cuando menos se lo espera, ya sea en una intervención rutinaria o en un operativo perfectamente planificado. Aún así, ningún caso de la carrera de Marc lo preparó para los siete meses que pasó ingresado en el hospital: "Hice muchos amigos que se morían". Compañeros de habitación y de enfermedad que perecieron ante sus ojos y que muchas veces le hicieron desear la soledad, para no sufrir más. Su gran consuelo, cuenta a este medio, ante este panorama tan desolador fue todo el personal médico que lo apoyó y lo cuidó incansablemente hasta recibir el alta.

Así, el mosso se plantó en febrero de 2022 vivo. Su periplo personal comenzaba a darle un poco de tregua. Sin embargo, el laboral no había hecho más que empezar. 

Año y medio de baja: Tribunal Médico

Como cualquier trabajador de una empresa, Marc cogió la baja. A lo largo de los meses, hubo compañeros que echó en falta: "Aunque entiendo que no todo el mundo es capaz de sobrellevar el cáncer de alguien ni sabe cómo tratar al afectado". No le guarda rencor a nadie, pero tampoco se sintió apoyado por el cuerpo de Mossos d'Esquadra. 

La estabilidad de Marc, por llamarla de alguna manera, se esfumó en agosto de 2022 cuando se le expiró el plazo de la baja. ¿Cómo funciona? La ayuda económica percibida por la baja laboral cubre, por ley, la falta de ingresos de un trabajador durante, máximo, 18 meses. Pasado ese tiempo, "te despiden", resume el mosso. El afectado debe dirigirse entonces a la Seguridad Social porque ya no dependes de tu empresa. Paralelamente y de forma automática, se pide una valoración de incapacidad laboral en la que el Estado tiene un plazo máximo de 24 meses para su resolución. ¿Quién lo decide? Un Tribunal Médico que valorará si la persona ya está recuperada y es apta para volver a desempeñar sus funciones o, por el contrario, se le debe otorgar una incapacidad permanente.

En el caso de Marc, en junio de 2023 le concedieron una incapacidad permanente total que ha tenido unas consecuencias en su vida: cobrar una pensión del 55% que gasta íntegramente en su mantenimiento y no cotizar. Los funcionarios no son tan intocables. "La Generalitat se lavó las manos y me llegó una carta a casa", relata el afectado. Tras 20 años de servicio en los mossos, a Marc lo despachaban con una simple carta. "Me quitaron mi taquilla, me borraron del sistema... Todo esto, sin cotizar y cobrando menos". Una incertidumbre añadida a un duro proceso de recuperación física y mental.

La segunda actividad

Enfrentarse a un Tribunal Médico siendo policía es toda una odisea. Así lo describe el afectado, que dice que los médicos cualificadores "van a hacer daño". En Catalunya, es el Institut Català d'Avaluacions Mèdiques (ICAM), adscrito a la Generalitat, el que realiza el seguimiento de los procesos médicos y sanitarios. "Pero no están especializados ni tienen mucha idea. En cuanto ven entrar a un mosso por la puerta, lo mandan a segunda actividad sin valorar nada. No son objetivos ni nos tratan como a otro trabajador".

Hay agentes que pueden pasar a la situación administrativa especial de segunda actividad por edad o por disminución de las condiciones físicas o psíquicas. Pero, en situaciones "excepcionales" deben asumir que se presente la posibilidad de tener que responder con "operatividad". Y aquí Marc se lamenta: "Pregúntale a un inválido que vuelve o a uno como yo que cómo tengo el sistema circulatorio". Una operatividad que él, en su estado, no puede asumir. "Si el Estado dice que no puedo ser policía, ¿por qué me ofrecen un puesto así cuando peligra mi integridad y la del ciudadano?". La define como la cláusula del miedo.

Un mosso en la Sala de Mando

Un mosso en la Sala de Mando ARCHIVO

"Quieren números"

Marc está convencido de que el sistema ahora funciona así porque el cuerpo de mossos está pasando por una gran crisis de efectivos: "Aunque no estés en condiciones físicas ni psicológicas, te hacen volver porque tienes una necesidad económica. Quieren números". Engrosar filas. Ni siquiera contemplan, dice, el traspaso a otro ministerio como podría ser el de Justicia.

El tribunal médico de la Generalitat tiene que tener en cuenta, a la hora de valorar una incapacidad, las siguientes circunstancias: que el policía sea capaz de conducir vehículos, utilizar armamento, intervenir en actuaciones profesionales de prevención o restablecimiento del orden o la seguridad, de persecución y detención de delincuentes. "Los incapacitados no pasamos ninguna ", asume el afectado. "Pagamos de nuestros bolsillos a peritos médicos que controlen la situación". Una lucha que no se libra en otras empresas: "Esto es muy duro y las cosas se pueden hacer mejor y no tratar a la gente como una mierda. Coges un cáncer, crees que tu trabajo te vas proteger como funcionario público que te has dedicado a proteger a la sociedad y luego es el que te mete en problemas".

Un ángel en el camino

A lo largo de este infierno personal, Marc se encontró con muchas personas que le dieron la espalda, pero también con otras que lo ayudaron en su camino. Desde su hematóloga del ICO hasta un compañero que se presentó en su vida como un guía: Ángel Quintero. Quintero es el presidente de la Asociación para la Integración Laboral de los Mossos d'Esquadra con Discapacidad (AILMED), que también es sindicato. Gracias a ello, Europa es conocedora de esta discriminación que algunos agentes ya han denunciado ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Sin ir más lejos, en septiembre del 2023, la ONU acusó al Departament d'Interior de discriminar a M.R.V. , agente de la policía catalana al que la Seguridad Social le otorgó la incapacidad permanente total en el 2004 por una enfermedad psíquica. El comité de la ONU también instó al Estado a tomar medidas para evitar situaciones similares en el futuro y adaptar el decreto que regula la segunda actividad en el cuerpo de los Mossos d'Esquadra de acuerdo con las recomendaciones de la ONU y los principios de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. La ONU consideró que la discriminación ocurrió por una carencia de evaluación adecuada.

"Nos recoge a todos"

Sea cual sea la historia de cada uno, los amparados por AILMED se sienten seguros con la figura de Quintero: "Nos recoge a todos como un padre, a coste cero". Un parapeto que no creyeron necesitar nunca. Gracias a Ángel, Marc también se cubrió las espaldas cuando vislumbró su panorama laboral: pidió el reconocimiento de un grado de discapacidad, concedido por el Departament de Drets Socials.
Unas luchas que lo tienen agotado: "Si no tienes una buena base en tu trabajo en tu entorno, te tiras por un puente. Lo que yo quiero transmitir es que ya es jodido tener un cáncer y sobrevivir y quedar mal. Como mínimo, en vez de hacer tanta publicidad como hace la Generalitat en la lucha contra el cáncer, que también se preocupe de sus policías, a los que les da la espalda como mossos. En la academia te dicen que tienes que tener empatía con el ciudadano, pero cuando la necesitamos nosotros nada, somos números".